El agua constituye el principal recurso que necesita nuestro organismo. La necesidad de beber agua en verano aumenta. El cuerpo humano pierde cada día una media de dos litros y medio de agua del organismo a través de la orina, las heces, el sudor y la respiración. Por eso, los especialistas recomiendan tomar esa cantidad de agua al día.
En verano, la sudoración por el elevado calor hace que perdamos más líquidos que hay que reponer para que ningún órgano se resienta. No existe una cantidad fija de agua obligatoria para beber, de forma genérica, válida para todos: la cantidad variará según el sexo, la edad, el peso, el clima, los condicionantes físicos y el modo y hábitos de vida de cada persona. Por ejemplo, las embarazadas y las lactantes deben beber más. Si bien en invierno se recomienda tomar 2 litros o 2,5 diariamente –ya que no perdemos tanto líquido y la sed tarda más tiempo en aparecer, en verano, esa cantidad se puede llegar a ampliar hasta 3 y 4 litros.
En la época estival, la elección de no beber agua puede acarrear graves problemas de deshidratación –estado al que se llega al perder un 3 % del agua del cuerpo-. Otros problemas estriban en que, si el organismo tiene sed, tardará más tiempo en quemar grasa, lo cual puede provocar problemas en la orina –al no ingerir suficiente líquido se vuelve más amarillenta-. Además, en verano se suda más y con el sudor no solo se pierde agua del cuerpo, sino también sales minerales esenciales para que el organismo funcione correctamente.
Por todo ello, aunque no se experimente sed, la cual aparece en aquellos casos en los que ya el organismo se halla al límite, con las reservas líquidas muy bajas, las personas deben hidratarse de forma constante al gastar el cuerpo energía de manera continua, motivo por el cual necesita reponer esas las reservas.
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