Muchas veces subestimamos la importancia de la hidratación. A diferencia del hambre, que se manifiesta con fuerza, la sed puede ser un aviso más sutil. De hecho, ya estás deshidratado cuando aparece. Por eso, aprender a identificar los signos tempranos de deshidratación puede ayudarte a mantener tu energía, concentración y bienestar físico.
Señales comunes de deshidratación leve
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Boca seca y sensación pastosa: Es una de las señales más evidentes.
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Orina de color oscuro: Idealmente, la orina debe ser amarillo claro. Cuanto más oscura, mayor el nivel de deshidratación.
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Fatiga inexplicada: La falta de agua reduce el volumen sanguíneo, lo que obliga al corazón a trabajar más para bombear sangre y oxígeno.
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Dolores de cabeza: La deshidratación puede provocar migrañas o cefaleas tensionales.
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Piel seca o con poca elasticidad: La piel bien hidratada es elástica. Un test simple consiste en pellizcar el dorso de la mano: si tarda en volver a su forma, puede haber deshidratación.
Otros síntomas menos conocidos
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Mal aliento: La saliva es antibacterial, y su falta favorece el mal aliento.
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Antojos de comida (especialmente dulce): El cuerpo puede confundir la sed con hambre.
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Disminución del rendimiento cognitivo: La concentración, la memoria y el estado de ánimo se ven afectados por una hidratación deficiente.
¿Cuánta agua necesitas realmente?
La cantidad varía según edad, peso, clima, actividad física y dieta. Como referencia, se suelen recomendar entre 2 y 2.5 litros al día para adultos. Pero lo ideal es observar tus propias señales y hábitos.
Una forma práctica es dividir la ingesta a lo largo del día:
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1 vaso al despertar
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1 vaso con cada comida
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1 vaso entre comidas
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1 vaso antes y después de hacer ejercicio
La deshidratación no siempre se siente como «sed». Muchas veces se manifiesta a través de señales sutiles que pasamos por alto. Prestar atención a estos signos y mantener una rutina de hidratación puede marcar una gran diferencia en tu bienestar diario.