Beber agua en invierno

La homeostasis es el intento de nuestro cuerpo por mantener unos parámetros fisiológicos, de equilibrar y conservar las condiciones internas para continuar con el buen funcionamiento.

En invierno, la ausencia de calor puede hacernos creer que necesitamos beber agua en menor cantidad. Pero lo cierto es que el agua es necesaria por diversos motivos, y no solo para calmar nuestra sed. Si bien en verano la pérdida de agua es mayor debido a la sudoración generada por el calor, la ausencia de sed no implica que, en invierno, ingerir líquido sea menos importante. Es posible que con este planteamiento nos preguntemos cuánta agua beber en invierno.

Durante esta época, el consumo de agua puede evitar retención de líquidos y ayudar a la buena circulación de la sangre. Además, cuanta más agua bebamos, mejor se diluyen y eliminan las sales. Pero como sabemos que resulta complicado acordarnos de beber agua si no tenemos sed, podemos utilizar algunos trucos:

  • Llevar con nosotros una botella de agua y tenerla siempre en la mesa de la oficina para beber agua en todo momento.
  • Acompañar el agua con sabor. Como por ejemplo, con un té o con frutas, así como tomar caldos y sopas (si no abusan de la sal).
  • Las verduras de temporada y las ensaladas también son una fuente de agua alternativa para nuestro organismo.

Otro truco es entender el tiempo para beber agua como un momento de descanso en la jornada de trabajo, un periodo en el que acudimos al dispensador de agua o fuente y donde, además, podemos charlar con nuestros compañeros para despejarnos.

Nuestro cuerpo en invierno

No solo en la oficina o sin actividad física intensa. Haciendo deporte también es estrictamente necesaria la ingesta de agua aunque no sintamos sed, algo que puede ser habitual en invierno.

Una situación muy habitual del invierno se produce en los ambientes resecos que provocan las calefacciones. Podemos notarlo en los ojos, los labios o la piel. Si no usamos humidificadores, hay que poner especial atención al consumo de agua regular para evitar estas consecuencias. Además, durante la temporada de frío, las bajas temperaturas provocan que nuestro cuerpo concentre más cantidad de líquido en el centro del organismo (los vasos sanguíneos que llevan la sangre a zonas más periféricas se estrechan para disminuir la pérdida de calor). En estas circunstancias, sentimos un deseo de orinar más acentuado, lo que supone otra vía de pérdida de agua.

Otro tipo de situación que se da con mucho frío es que nuestro metabolismo quema los nutrientes de forma más acelerada, por lo que se necesita más agua para cumplir esta función.

Por último, con la aparición del frío hemos de evitar las bebidas alcohólicas porque producen el efecto contrario, nos facilita la deshidratación y estimula la producción de orina y sudor.

¿Cuánta agua beber en invierno?

Continuamos haciendo caso a la ingesta que, de forma regular, necesita nuestro organismo: entre 1 litro y medio y 2 de agua diaria. Claro que, como siempre comentamos, los diferentes contextos físicos y ambientales con los que nos vamos a encontrar van a requerir incrementar o mantener esas recomendaciones genéricas. Ahora sabemos cómo reacciona nuestro organismo al frío y cómo podemos consumir agua cuando se hace más difícil por falta de ganas o despiste.

Fotografía: Andrew Welch