Hidratación en el deporte

No hay duda de la importancia que tiene la hidratación en el ejercicio físico. Pero suele ser habitual al terminar de hacer ejercicio físico beber agua incorrectamente, ya que lo hacemos de forma casi compulsiva para paliar la sed que la pérdida de líquido ha provocado a causa del esfuerzo. Es necesario beber agua después del entrenamiento para reponer las reservas hídricas de nuestro organismo, aunque lo ideal sería estar hidratados durante todo el tiempo de actividad deportiva, incluso antes de comenzar con la misma.

Con el ejercicio físico aumenta la temperatura corporal y necesitamos refrigerarnos mediante la secreción de sudor. Eso hace que perdamos agua y hemos de compensar dicha pérdida.

Sin embargo, y como decíamos al principio, la forma más correcta de hidratarse no es hacerlo de forma compulsiva, sino tomando agua en pequeños sorbos, cada cierto tiempo, y de forma continua hasta saciar la sed. Tenemos que controlar la respiración y no interferir en ella demasiado para beber agua, ya que también necesitamos oxigenarnos. Además, en sesiones prolongadas o especialmente intensas no basta solo con agua, sino que nos planteamos tomar bebidas isotónicas que contengan carbohidratos y electrolitos, como por ejemplo el sodio.

Pero hay que tener cuidado, ya que el exceso en la hidratación puede llevarnos a la hiponatremia, que se manifiesta a través de mareos, confusión o debilidad muscular. La hiperhidratación puede llevar a un exceso de sodio en sangre, lo que provoca en algunos casos un edema cerebral o insuficiencia respiratoria.

Pero, y aquí está el error principal, la hidratación no debe venir solo después del ejercicio, sino durante e incluso antes de comenzar con el mismo. ¿Por qué? Porque el cuerpo va a realizar un sobreesfuerzo y tiene que estar preparado para ello. Así pues, es aconsejable ingerir agua sin abusar de ella, para que no se nos haga demasiado pesado. Por último, para que la hidratación sea más rápida, podemos tomar algún snack salado.