Además de todos los beneficios genéricos que tiene beber agua y que os hemos ido contando semanas atrás en este blog, existen otros factores más concretos que tienen relación con la hora a la que consumimos agua, este elemento básico para cualquier forma de vida.

En el día hay varios momentos clave que podemos aprovechar para beber agua, aun sin sed, y aportar un valor extra según nuestras necesidades. Así, por ejemplo, el consumo de agua al despertarnos ayuda a activar los órganos internos, activando nuestro metabolismo y poniéndonos en acción. Con dos vasos al levantarnos, o como parte de nuestro desayuno, el agua además nos ayuda a revertir la posible sequedad de la boca y eliminar las bacterias acumuladas durante el transcurso de la noche.

Un vaso de agua antes de cada comida ayuda a la digestión y calma la ansiedad, distendiendo nuestro estómago para favorecer el control de lo que comemos. Como resultado, esto puede ayudarnos en la pérdida de peso.

Beber agua antes de darse un baño ayuda a bajar la presión sanguínea y antes de irse a dormir evita apoplejías o ataques al corazón.

Y, por supuesto, con el deporte también hay que estar atentos al consumo de agua. Antes de realizar ejercicios, para ayudarnos a rendir más durante el entrenamiento o competición y favorecer la quema de grasa, ya que asegura una correcta hidratación en el organismo. Después de las actividades físicas para reponer las pérdidas de líquidos ocasionadas por la sudoración y para ayudar a la circulación sanguínea, lo que a su vez facilita la recuperación tras el esfuerzo realizado.